La sexualidad en los pueblos mesoamericanos se ha mantenido como uno de los tabúes más grandes de su poderío y costumbres, por años sus prácticas han sido ignoradas por cuestiones morales actuales o por la fata de investigación en el tema, sin embargo hoy se conoce que para muchas de estas comunidades, el sexo iba más allá de la reproducción, de hecho se le veía como una forma de asegurar que el mundo siguiera su marcha.
Según la BBC, hay ensayos publicados en Arqueología Mexicana del antropólogo Ramón Mena en 1926, por lo que se sabe, por ejemplo, que en la cultura maya las relaciones homosexuales eran frecuentes; eran propias del tiempo en que el niño se convertía en hombre.
Otro ejemplo, es que entre los mexicas, que dominaban en la región centro, las relaciones entre el mismo sexo no eran bien vistas.
La masturbación era un ritual que permitía fecundar las tierras, pero estaba relacionada con un simbolismo femenino. Se cree que hay indicios de que los mayas tenían objetos de madera usados como dildos.
Una parte importante era la menstruación, un proceso orgánico que estaba basado en el ciclo lunar y que tenía diferentes acepciones para las culturas antiguas.
Foto: diosa Ixchel (Wikimedia Commons)
Por ejemplo, para la cultura maya la menstruación y el parto están íntimamente relacionados con la Luna, la señora de la sangre o la diosa Ixchel. Por ejemplo, para los maya Quiche la menstruación era la “sangre que proviene de la luna”, mientras que para los Itzá, era cuando “su luna es bajada”. Contrario a lo que se podría pensar, para esta cultura la sangre menstrual era considerada una fuente de poder, que hablaba de la superioridad del género.
La menstruación era una forma de observación terrenal, que emana no de los ojos sino de la matriz y la sangre es muestra de ello, según Onmeda
Para los Mexicas
Según cuenta la leyenda, Quetzalcóatl se estaba bañando y mientras lo hacía, tocó su pene y el semen que brotó de él cayó sobre una roca, de esta nació un murciélago, animal que en un impulso voló hasta Xochiquetzal, la deidad del amor y la sexualidad que se encontraba durmiendo. El murciélago de la muerte, llamado Zotz o Camazotz, mordió en la vulva a la deidad femenina, la herida sangró, lo que siguió ocurriendo cada ciclo lunar.
Foto: Zotz (Wikimedia Commons)
Según los mexicas, el simbolismo que se le atribuía al sangrado estaba relacionado con la primavera, pues el sangrado era el origen de la fertilidad y por tanto del nacimiento.
Foto: Xochiquetzal (Wikimedia Commons)
En la cultura zapoteca, la relación de la mujer estaba basada igualmente en la Luna, por ello cuando tenían la regla se le llamaba que “les bajaba la luna” y cuando estaban embarazadas se decía que se les “había ido la luna”.
Con información de Revista UNAM, El Espectador y Tuul