Suele llamarse "miedo al amor" al sentimiento de rechazo que se tiene hacia la idea y al establecimiento de relaciones de pareja que involucren emociones profundas. Aunque el miedo al amor puede abarcar el rechazo a cualquier tipo de relación profunda, ya sea con amistades o incluso con la familia, el término suele emplearse para referirse a las relaciones de pareja.

Puede parecer difícil de creer que alguien tenga miedo a una emoción tan valorada como es el amor; sin embargo, hay que precisar que a lo que, verdaderamente, temen las personas al involucrarse en una relación amorosa es al surgimiento de emociones y sentimientos intensos que no son fáciles de manejar.

Conforme vamos profundizando nuestras relaciones de pareja, surgen grandes expectativas sobre la otra persona y la relación en sí; se ponen en juego muchos de nuestros temores, de nuestros deseos de ser aceptados y queridos, entre otros.  Y no sólo nosotros nos sentimos así, también en la otra persona comienzan a intensificarse estos sentimientos. Conforme aumenta la cercanía y la confianza, comienzan a surgir expectativas de nuestra pareja hacia nosotros mismos relacionadas con muchos de sus  temores, deseos de aceptación y cariño, etc.

Esta combinación de emociones recíprocas, pueden generar una situación muy intensa emocionalmente que, al mismo tiempo, puede combinarse con una serie de factores que la hacen aún más difícil de manejar e, incluso, tolerar como, por ejemplo:

Experiencias dolorosas. Cuando alguien ha tenido una o varias experiencias amorosas dolorosas en el pasado, los sentimientos que quedan tras ellas continúan apareciendo como fantasmas en nuestras nuevas relaciones, haciendo que debamos enfrentar un doble reto: el de resolver los residuos pendientes de nuestro pasado y el afrontar las dificultades de nuestras relaciones actuales o futuras. En estos casos, primero hay que resolver y cerrar los conflictos pasados para liberarnos de ellos y poder involucrarnos nuevamente con alguien.

Inseguridad y necesidad de aceptación. Aunque puede resultar paradójico, muchas veces las personas que suelen negarse más rotundamente a establecer relaciones afectivas, son aquellas que más necesidad tienen de ser aceptadas. Esto sucede cuando su necesidad de aceptación y cariño se conjuga con inseguridad respecto a su persona; el resultado es un gran miedo a "abrirse" ante los demás por la certeza interna (a causa de la inseguridad) de que serán rechazados.

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Como estas personas piensan y sienten que serán rechazados, deciden no tomar "riesgos" y  evitan relacionarse con otros. Suelen ser susceptibles a la crítica y si no resuelven su conflicto de desconfianza e inseguridad, generalmente terminan estando solas o aceptando relacionarse con parejas que no les satisfacen del todo y en relaciones no siempre sanas con tal de sentirse aceptados.

Miedo a sí mismos. En muchas ocasiones la principal resistencia a involucrarse en una relación amorosa proviene del temor a los sentimientos y características personales que surgen al estar con alguien. Emociones como los celos, la sensación de dependencia, la necesidad de control, etc., suelen adquirir mayor intensidad cuando nos vinculamos con una persona. Si no nos sentimos capaces de tolerarlos y resolverlos, estos sentimientos se convierten en problemas.

También en estos casos, el miedo al amor es la consecuencia del temor a emociones que aparecen colateralmente en las relaciones. Estos sentimientos (celos, dependencia, etc.), son los que evitamos sentir en nuestro interior, y si nuestro rechazo hacia éstos es demasiado profundo, muchas veces evitamos ponernos en situaciones que los puedan desencadenar.

Lo importante es comprender que los sentimientos que tenemos al involucrarnos con una persona nos pertenecen a nosotros, y en la medida en que los reconozcamos como propios, podremos entenderlos y controlarlos. Si somos inseguros, enojones, celosos o dependientes, lo seremos con o sin pareja.

La presencia de estos sentimientos dentro de nosotros no son culpa de nuestra pareja sino de conflictos personales que cada quien debe atender y resolver. Y en caso de que sí sean provocados por nuestras relaciones o parejas, entonces debemos preguntarnos si queremos mantener esa relación o si podemos hacer algo para resolverlos.

Asimismo, es sabido que aquellas personas que son más importantes y significativas para nosotros, son también aquellas que más podrían lastimarnos con alguna palabra o actitud específica; no obstante, evitar tener personas y relaciones significativas por evitar salir lastimados también nos quita la oportunidad de amar y ser amados, de disfrutar la cercanía y confianza con alguien que queremos y la ocasión de despertar en nosotros mismos las emociones más ricas y bondadosas que tenemos.

Psic. Alejandro Silva

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