Todos fuimos unos pubertos calenturientos, pero también fuimos unos pubertos enamorados hasta las cachas, agarrados de la mano de la niña que nos traía vueltas locas las hormonas, las emociones y los sentimientos. Nadie ni nada nos hacía sentir como ese momento cuando a las ocho de la mañana te encontrabas en la puerta del colegio con el amor de tu vida (hasta el momento, aunque sea).

El amor ha cambiado, las formas de conquista y todo lo que rodea al ritual del enamoramiento es diferente, incluso en los adolescentes, pues ahora poseen acceso a todo lo que nosotros no, tienen Internet, celulares, autos o moto y viven un mundo completamente distinto donde a la información está a un tris. Todo lo que nosotros no gozábamos y hasta hoy no terminamos de acostumbrarnos.

Para que recuerdes a ese amor de la secu, checa el conteo que preparamos para ti y dinos todo aquello que extrañas de ligar, cuando ligar era la palabra de moda…

1: Las visitas a la casa

Para ver a tu novi@ tenías que pasar a una hora respetable, entiéndase antes de las 7 de la noche, a su casa, pero ni creas que te iban a dejar pasar ¡no! Tendrían que estar ahí sentados en la banqueta o parados en el portón de su casa. ¿Tomarse de la mano? Siempre y cuando su mamá no los viera ¿un beso? De piquito.

2: Cuando te enterabas que eras el amor platónico de Josele ¡por el chismógrafo!

Esos viejos cuadernos de forma italiana o francesa en los cuales la organizadora ponía preguntas en las que prácticamente ibas a ventilar tu vida privada, pondrías tus comidas favoritas, el nombre de tu mejor amiga, y por supuesto, el nombre de tu crush. Todos lo sabían, pero el primer “acercamiento” se daba al poner en esa libreta, que Panchita era la que te traía cacheteando las banquetas. ¡Todo un galán!

Bueno, el chismógrafo no funcionaba, entonces era trabajo de Pablito, él tendría que infiltrarse en el grupo de la tal Panchita, y cuestionar a sus amigas y luego a la susodicha para saber si es que tú, el donjuán de la clase, le sacaba suspiros a la niña en cuestión. Ahí tenías al pobre Pablito regándola, porque claro, siempre escogías a tu amigo el más torpe para esos menesteres.

4: Sólo él y yo en el teléfono ¡largas llamadas!

Tal como decía la canción de Pandora. Recordemos que en ese momento, allá por los 90, la telefonía fija también se cobraba como la celular y tener la oreja pegada al auricular por más de dos horas le ponía los pelos de punta a tu mamá y con toda razón, imagínate el dineral. Hoy somos hijos del celular, pero en ese entonces, el amor era pasar las tardes de viernes hablando con Davidcito mientras veían las series en el canal 5.

5: ¿Un viaje romántico? Claro, el Bosque de Chapultepec en bici

Hoy es común ver a los chiquillos viajando con la familia de su enamorado, o haciendo cosas más atrevidas, pero allá, por esas épocas, la única forma de viajar era en bici en el bosque de Chapultepec o en las lejanías del pueblo de Aragón. Mostrarle las hazañas que hacías en dos ruedas a una mujercita que portaba un vestido o unos jeans de campana (¿qué? Estaban de moda en los 90)

6: La paloma mensajera y las cartas de amor

En la generación del celular, mandas un guats o un sms y casi casi sientes que tienes el paraíso ganado. En los romances tempranos la onda era mandarle una cartita, con plumas de colores y toda la onda, adornarla y hacerle dibujitos, hacerle esos dobleces raros que nunca te salían igual; o si no eras súper romántico, podías mandarle un papelito arrancado de tu cuaderno para decirle lo mucho que te gustaba, el famoso “pásalo”.

7: Las formas de conquistar

La conquista era esencial en los primeros amores. ¿Qué tal si ibas a buscarlo a la salida de la escuela, si es que estudiaba en otra? Le traías un chocolate o un dulce cada vez que la mirabas. Le dabas tu chamarra si hacía frío o le cocinabas un pastelito con ayuda de tu mamá, claro. Las formas de conquistar eran la onda. Hasta invitarte a la casa a comer con sus hermanos, era el súper detalle.

8: Jugar a la botella o semana inglesa para dar el primer beso

A lo mejor el primer beso está sobrevalorado en esta época porque la mayoría de las personas creen que un beso es sólo eso. Antes, un quico no era tan común. Así como llegar y atreverte a plantarle un besote no era bien visto y muy pocos tenían el valor. Por eso proponías el juego de botella o el pasacartas o algo, el punto era tener un beso de esa boquita de chocolate.

9: Cuando la manita sudada era en verdad la manita sudada

Le dicen así por algo, todos los afectos y los primeros deseos estaban al límite, pero lo desconocido de muchas sensaciones nos permitían sólo tomar la manita de nuestro amor platónico. Tras horas y horas y horas y más horas de estar agarraditos, las manos sudaban y sudaban.

10: El amor clandestino

Tu mamá no podía saber, tus maestros tampoco, le dirían a tus padres, tus hermanos te iban a cabulear, en realidad la única forma eran tus cúpidos perfectos, los mejores amigos tuyos y de ella. El amor se propagaba entre el peligro y la clandestinidad. ¡Que nadie los cache!

11: Ojos que no ven...

La única forma de saber si te estaban haciendo de chivo los tamales era verlos, de otra forma no te ibas a enterar de que estaba pasando. Hoy puedes ver la última conexión del guats o ver si está en línea y te está ignorando o cosas así, pero antes no tenías ni idea de lo que hacía cuando no estaba. La única forma de comunicarte era el teléfono. ¡Magníficos tiempos!

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