Varios derramaron lágrimas sobre el campo del diminuto, pero icónico diamante que alberga la Serie Mundial de Ligas Pequeñas. Fue el néctar de la felicidad, ese que resultó fiel reflejo de la feroz remontada que acababan de protagonizar.

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Cuba llegó con ventaja de tres carreras a la parte baja de la sexta entrada, en la que ya había sacado un par de outs.

Lo de México era simple fe, pero le bastó para armar un rally de cinco anotaciones y dejar tendidos en el terreno de juego a los adolescentes antillanos, quienes también derramaron innumerables lágrimas, pero de frustración.

Con cuadrangulares de Antonio Guerrero y Ulises Ortiz (ambos por el jardín izquierdo), la Liga de Matamoros vino de atrás para imponerse a Cuba (6-4) y mantener vivo el sueño tricolor en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas.

Los chicos tamaulipecos nunca dejaron de creer en sí mismos y recordaron que el “¡Sí se puede, sí se puede!” nació en este evento hace ya casi tres décadas. Lo demás, son imitaciones. Hoy, volverán a chocar con Venezuela.


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