El diestro mexicano Isaac Fonseca vivió en Las Ventas la doble cara del toreo, al cortarle la oreja a su primer toro y ser corneado en la espalda después por el cuarto, en la que, hasta el momento, es la tarde más accidentada de la feria, pues también Francisco José Espada tuvo que ser atendido en la enfermería de una fuerte conmoción cerebral.
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Pero, dejando de lado el parte médico, el mejor momento de la corrida llegó con el tercero, el del triunfo del azteca, que fue un gran toro de Pedraza de Yeltes por la brava y enclasada manera de descolgar su largo cuello tras las telas, virtud que propició en un alto porcentaje que la faena fuera premiada.
Fonseca la abrió de rodillas y en los mismo medios, adonde el colorado llegó galopando con esa calidad que sería constante tras la muleta que el matador le movió con altibajos en cuanto a temple y a la que, dentro de la vistosidad y la honestidad, le faltó un punto más de intensidad para estar a la altura del animal.
Un par de series de naturales a pies juntos, ya en el epílogo, fueron las más logradas del mexicano, y también las más jaleadas por el público que acabó pidiéndole esa oreja tras verle volcarse en la estocada.
Y con la idea de doblar el premio y lanzar su carrera salió después ante el sexto, un serio y muy armado remiendo de Torrestrella que mostró pronto su aspereza. Obvió Fonseca esa condición y le citó desde los medios para abrirle el trabajo muletero con firmeza y decisión, justo hasta sacarle la serie de naturales en que todo acabó.
¿Cómo ocurrió la cornada sobre Isaac Fonseca?
Porque fue en el remate del pase de pecho cuando, en uno de sus constantes tornillazos, el de Torrestrella prendió al mexicano por el hombrillo de la chaquetilla para zarandearle violentamente y propinarle así la grave cornada que le impidió celebrar una tarde muy meritoria en su conjunto.
Fonseca no fue el único en visitar la enfermería, pues Francisco José Espada también fue cogido aparatosamente por el segundo de su lote, un castaño de Pedraza de brusca mansedumbre que él no ayudó a atemperar con los pases por alto con que le comenzó a plantar cara.
Así que, crecido, en una fuerte oleada el toro derribó con los cuartos traseros al torero de Fuenlabrada para, de inmediato, levantarle por la taleguilla y hacerle de nuevo golpearse brutalmente contra la arena, con el resultado de una fuerte conmoción cerebral que le impidió continuar.
Antes, después de no evitar que volviera a los corrales el colorado de suprema calidad que le cupo en primer turno, se había fajado valiente y templado con un sobrero viejuno y basto de Chamaco que acabó vacío de raza y de fuerzas, sin darle mayores opciones.
Así las cosas, Juan Leal se vio obligado a estoquear cuatro toros, sin perder demasiado el tiempo con los dos que antes habían cogido a sus compañeros. Otra cosa fue lo que el francés de este cartel internacional logró con los dos que le tocaron, ambos de Pedraza de Yeltes, que no fue demasiado.
Al que abrió plaza lo recibió con una larga cambiada a portagayola y también de rodillas le comenzó un trasteo ligero y de escaso ajuste, sin asentarse con las dulces y fáciles embestidas de un nobilísimo animal que, con el celo justo, ya se abría por si solo en los embroques.
Sin resolver en lo fundamental, Leal quiso solucionar la papeleta en la distancia corta que tanto domina, pero con el mismo escaso resultado que cuando lo hizo con el quinto, un toro desrazado y desentendido ante el que el público la apremió a abreviar.
Isaac Fonseca, de verde bandera y oro: estocada delantera (oreja tras aviso). Herido por el sexto, fue intervenido, según el parte médico, de una cornada grave "en la cara posterior del hemitórax izquierdo, con una trayectoria ascendente de 20 cms. que produce destrozos en músculo dorsal ancho y paravertebrales, alcanzando y contusionando la parrilla costal y apófisis espinosas dorsales". También presentaba un puntazo corrida en el tercio superior del muslo derecho.