El deporte, en cualquiera de sus disciplinas, suele dejar grandes historias, ya sea de hazañas, logros o hechos de vida. En esta ocasión, el beisbol de las Grandes Ligas dejó un ejemplo de ello en la persevarancia de Cam Booser, un relevista zurdo de 31 años de edad que logró hacer su debut en la MLB enfundado en la franela de los Red Sox.
El camino al montículo profesional no fue sencillo para el nuevo pitcher de los patirrojos, ya que antes de lograr presentarse en la Gran Carpa tuvo que atravesar por una serie altibajos a los que tuvo que sobreponerse a base de empeño y dedicación.
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Booser firmó con Mellizos en 2013 como agente libre luego de no ser drafteado como pelotero amateur, pero ese no sería un verdadero desafío en su carrera, los retos verdaderos vinieron más adelante. Tuvo que someterse a una cirugía Tommy John y a un procedimiento en la cadera; además, luego de sufrir un accidente en bicicleta sufrió una fractura en la espalda.
Luego vino un pasado oscuro en su carrera, pues recibió una suspensión de 50 juego por salir positivo por consumo de marihuana, además de que fue castigado también por situaciones de actitud.
Tras esta serie de adversidades, Cam Booser decidió colgar el guante y los spikes en la temporada 2017. Consideró que su futuro ya no estaba dentro de los diamantes y optó por darle un giro a su vida. Emigró a Seattle donde comenzó a involucrarse en la carpintería.
No se alejó por completo del beisbol, pues se mantenía cercano dando clases del juego a niños. Con el paso del tiempo descubrió que su brazo había mejorado, al grado de lanzar rectas de hasta 98 millas por hora; y después de 2021 firmó en Ligas menores con los D-Backs. Dos años después llegó a las filas de los Medias Rojas, donde tendría un nuevo impulso.
El pasado viernes 19 de abril, recibió por fin la gran oportunidad de su vida, subió al centro del diamante de las Grandes Ligas con los Red Sox, con lo que cumplió su sueño luego de superar las barreras que le puso enfrente la vida.
Alex Cora lo mandó a la lomita en la novena entrada cuando los Medias Rojas ganaban el juego ocho carreras a cero a los Piratas de Pittsburgh, lanzó una entrada completa, permitiendo una carrera, un hit y propinando un chocolate.