El América, a lo largo de su vasta historia, ha demostrado ser más que un equipo de futbol. La pasión que mueven los colores azulcremas no conocen barreras, y eso lo hizo notar la institución cuando nombraron embajador de su Centenario, en 2016, a César Augusto, un niño que padecía cáncer.

El pequeño, mientras se encontraba en plena batalla contra el padecimiento, fue invitado a las instalaciones de Coapa y recibido por el propio Ricardo Peláez y José Romano, Director Deportivo y Presidente de América, respectivamente, en 2016.

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Ahora, con la 14 conseguida después de cinco años sin título, el pequeño aficionado, que libró la batalla de su vida contra la terrible enfermedad, ha podido celebrar el título de su equipo en grande.

Sin duda, una de las historias más conmovedoras de la consagración de América, que demuestra nuevamente que el futbol es únicamente una excusa para un bien mayor.



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