Lo que se esperaba fuera una ‘guerra civil’ entre y Tigres, terminó en una simple batalla de escasas emociones, en donde el conjunto de Fernando Ortiz salió con la mano en alto, con una ventaja mínima (1-2), pero que bien le puede servir para manejar a su antojo el juego de vuelta.

El Monterrey fue un justo ganador del partido de ida por los cuartos de final contra los Tigres, porque el técnico argentino le ganó la partida táctica al uruguayo Robert Dante Silboldi, moviendo las piezas de manera justa y exacta, para lograr el triunfo, quedándose corto en el marcador por lo que hizo en la gestión.

En vez de poner a Sergio Canales como servidor, Ortiz lo colocó como definidor, y así nació el gol que abrió el marcador (28’).

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Además de esto, Monterrey cortó la salida de los felinos, aislando a Rafael Carioca.

Es verdad, los Tigres empataron, pero fue gracias a una individualidad, un gran gesto de Diego Lainez, quien —con un tiro de larga distancia— venció a Andrada (45’).

Los Rayados no se salieron de su guion, aprovecharon los espacios y —de nueva cuenta— el plan funcionó; esta vez, Brandon Vázquez sirvió, Canales falló, pero Maxi Meza no, anotando el segundo de la visita (48’).

Al final, los ánimos se calentaron. Entre empujones, amenazas y tarjetazos, terminó el clásico regio, que quedó a deber; una serie que quedó abierta y que es una oportunidad más para Ortiz de demostrar que sí puede con las series a “matar o morir”.

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