Esta pintura resume la percepción de la autora sobre la realidad y la exploración de su propia feminidad. Vemos a una Leonora liberada, sin su familia. Ella se identificaba mucho con los caballos, por lo que detrás vemos a un equino como su alter-ego. (Foto: Especial El Universal)
Fue el primer cuadro que pintó cuando llegó a la Ciudad de México. Se llama así porque esa era la dirección en la que vivía cuando llegó con Renato Leduc. Muestra a una mujer/sirena trasladándose por los aires de un mundo a otro, de una realidad a otra. (Foto: Pinterest)
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Esta pintura es el retrato metafórico de tres brujas interesadas en el estudio esotérico. Las tres celebran un banquete/ritual, sentadas alrededor de una mesa/altar. NO hay que olvidar que el cuervo es un animal tradicionalmente relacionado con la hechicería. (Foto: Facebook Secretaría de Cultura)
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Es su primera pintura protagonizada por una diosa con cara de luna y pelo de trigal. A petición de su amigo Edward James, la vistió con una túnica blanca de la que salen gansos salvajes. En sus manos sostiene un huevo, relacionado con el origen del universo. (Foto: Especial El Universal)
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Hay obras de Carrington que apelan a su gusto por el suelo mexicano y su fascinación por los pueblos originarios. Aquí muestra un Inframundo perpetuo y en constante diálogo con lo que sucede más arriba. Pero también está la serpiente que baila en el aire. (Foto: Maricela Flores/De10.mx)
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La estructura de esta pintura recuerda al hogar de la infancia de Carrington, Crookhey Hall, el cual estaba decorado con motivos de aves. (Foto: Wikimedia Commons)
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Para Leonora y sus amigas, la práctica de las ciencias ocultas, la alquimia, la pintura y la cocina eran análogas. En este cuadro, la mesa funciona como altar y la cocina como templo donde la magia se hace posible. Los seres híbridos son típicos de Carrington. (Foto: Pinterest)
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Es una de sus obras más inquietantes. La escena se ubica en los lúgubres jardines y pabellones de la clínica de Santander. Los dos caballos en el lienzo representan el alter ego de Leonora, quien fue atendida en esta clínica. (Foto: El Universal)
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Se trata de la obra más política de Leonora. Después de la masacre de Tlatelolco se fue con sus hijos a Estados Unidos, momento en el que Elena Garro denunció a un grupo de intelectuales como soporte de los estudiantes, así que regresó hasta inicios de 1969. (Foto: Especial El Universal)
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En México realizó algunas colaboraciones como esta urna tallada por José Horna, pero pintada por Leonora para Norah, hija de José. Con escenas de cuentos de hadas narra el nacimiento de la pequeña, así como su crecimiento. (Foto: El Universal)