Liderada por Ferran Torres, autor del único tanto del partido, resiliente ante los arreones de una combativa Albania (1-0) y cumpliendo con las expectativas generadas en el partido trampa de la Fase de Grupos, acabando con el sueño de los de Sylvinho, España selló el pleno de victorias para llegar a los Octavos de Final como invicta y, por primera vez en su historia, sin encajar un solo gol en contra.
Con los deberes hechos con autoridad desde hace días, sobrepasada en los primeros compases del duelo por el empuje de Albania, necesitada de una victoria para poder hacer historia pasando a los Octavos de Final -y acompañada por un ejército de aficionados que convirtió el estadio en una caldera-, pero recompuesta con entereza, respondiendo con autoridad al ímpetu de los de Sylvinho y liderada por Dani Olmo y Ferran Torres, la 'Unidad B' de Luis de la Fuente cumplió con su papel. Sin florituras.
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No fue tan vistosa como lo fue el bloque principal en los dos primeros compromisos, sin esa superioridad absoluta que exhibió España en Berlín y Gelsenkirchen, despojada de esa facilidad insultante para crear peligro ante Croacia e Italia. Pero sí que fue solvente. Sufrió cuando le tocó, especialmente al final del encuentro, con Albania ya volcada en busca de la épica, y apretó cuando debía para hacer daño.
Un once diferente que dio descanso a los titulares para los Octavos de Final. Pero sin negociar ese esfuerzo, esa intensidad y esa presión alta de la que hablan todos los entrenadores en ruedas de prensa cuando les mencionan a La Roja. Para Sylvinho, incluso, esta 'Unidad B' sería favorita en una final.
Condición que no le impidió plantear un partido valiente, en busca del tú a tú, sin miramientos, sin jugar al escondite, sin regalar la posesión. Albania empezó muy fuerte, impulsada por su gente, convencida de sus posibilidades y sintiéndose durante 5 minutos superior. Hasta que España, poco a poco, fue asentándose y tomando el control, imponiendo la lógica en Dusseldorf.
Un remate de cabeza de Mikel Merino en el minuto 12, en lo que fue el primer remate a puerta del partido, sentó las bases del despertar definitivo de España. Y el inmediato de Joselu, a centro de Laporte, por encima de los palos, puso los cimientos necesarios para el cambio de dueño del partido.
No dejó ni un momento de respiro España en esos minutos atosigadores y, apenas unos segundos después, en la siguiente jugada, encontró la recompensa, la grieta en el sistema de los albaneses. Tres toques, en línea con el nuevo estilo de este equipo, mucho más directo, bastaron para desarmar a los balcánicos. Laporte, desde la media luna del centro del campo, levantó la mirada y rompió líneas con un pase perfecto a Dani Olmo.
El jugador del Leipzig se giró como un resorte y encontró al espacio a Ferran Torres, que definió como Yamal, con la zurda, al segundo palo y volcando el cuerpo al lado contrario. El balón dio en el palo antes de entrar, ajustado, pero el del Barcelona, indiscutible en el pasado Mundial, relegado ahora a un segundo plano también en su club, volvió a reivindicarse con la camiseta de la selección, alargando su idilio con el vigésimo gol como internacional absoluto.