Madrid, 26 mar (EFE).- Lamine Yamal y Endrick, con 16 y 17 años, se adueñaron de un duelo de altos vuelos en el estadio Santiago Bernabéu, ajenos con sus exhibiciones a la importancia de un España-Brasil, que tuvo en su mano la Roja con dos penaltis dudosos y dejó escapar con uno absurdo, con el tiempo ya superado, que sirvió a Paquetá para sellar el empate.
Un duelo de prestigio que encaró España con su mejor traje. La identidad más ofensiva. La explicación al cambio de sistema de Luis de la Fuente para explotar la presencia de dos extremos que marcan diferencias, Lamine Yamal y Nico Williams. Carente de sentido en Londres ante Colombia por nombres, lo encontró en el Santiago Bernabéu con la libertad de movimientos que explotó a la perfección Dani Olmo, con Álvaro Morata como punta móvil.
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La España de los extremos pasó por encima de Brasil en el primer acto. Sólo desde un fallo, por desgracia ya recurrente, en el inicio de jugada de Unai Simón, un regalo para que Rodrygo enterrase su sequía goleadora y levantase a un equipo desaparecido de la lona, evitó que el encuentro quedase sentenciado al descanso.
La superioridad sobre rivales de Nico Williams, eléctrico e inteligente en cada acción por el costado izquierdo, era más que suficiente para ser considerado el jugador del momento en España si en el otro costado no habitase Yamal. Con 16 años, una edad increíble para jugar en la élite con la misma ausencia de presión que en su barrio. Ante una pentacampeona del mundo encaró siempre a rivales, convirtió en pesadilla el partido para Wendell, realizó pisadas y salidas en velocidad, recortes, amagues. Exhibió todo su repertorio ante los expertos en esas lides.
Así, tras un arranque intimidatorio de España, mordiendo arriba, anulando las virtudes con las que Brasil despertó de su mal momento en Wembley, el once más ofensivo de De la Fuente golpeó pronto. Se inventó un penalti entre amagues Yamal, que en caso de haber VAR podría haber sido anulado, que se convirtió en un gol especial para Rodri. Morata le cedió el brazalete primero y el lanzamiento del penal después. Tras perder a su abuelo hace horas, se derrumbó con el gol.
A Brasil le costó reaccionar. Tanto como a Vinícius enfrentarse a su compañero de equipo Carvajal. Dos faltas iniciales para marcar territorio. Sin que su selección buscase a su nuevo referente. Impreciso en sus carreras con balón. Alejado de su habitual brillantez horas después de derrumbarse en su denuncia al racismo. A los 17 minutos realizaba el primer disparo de su selección, el único suyo, a manos de Unai.
Se sintió superior España desde la posesión. Con Yamal desequilibrando pero sin encontrar portería en sus disparos. Cuando intentó adelantar metros la 'Canarinha', sintió el peligro por la velocidad española en los costados. Fabián perdonaba la más clara, Dani Olmo un regalo de Bruno Guimaraes antes de desquitarse a lo grande.
Un tanto para enmarcar. Contagiado del recital de regates de Yamal, a Olmo se le ocurrió lanzar un caño dentro del área Bruno Guimaraes, sacar de la chistera un recorte forzado y una definición perfecta. Era el segundo de España para acariciar un triunfo de prestigio pero el viento cambió desde uno de esos errores evitables.
Un vicio del pasado que ya costó goles en el inicio de jugada desde el portero. Unai Simón recibió de Rodri y quiso jugar de primeras. Como si de un central se tratase. El pase fue a un rival y Rodrygo lo agradeció con una picadita al portero que acabó en la red. Era la resurrección de Brasil.
Bento, en su segundo encuentro por las bajas de Allison y Ederson, sacó con firmeza un potente disparo de Rodri para mantener a su selección en el partido e impulsar los momentos de superioridad en el arranque del segundo acto. Gracias a la entrada en escena de Endrick, otro futbolista imberbe que no pudo dejar mejor carta de presentación en su futura casa.
En su primer balón Endrick habilitó a Vinícius, errático en la definición y Paquetá perdonó el rechace. El aviso precedió al empate. La segunda aparición de Endrick fue letal, enganchó un zurdazo tras un saque de esquina que premió el paso al frente de Brasil, los momentos de duda españoles. Su primer tanto en Wembley, el segundo en el Bernabéu. Dos templos en los que nace lo que puede ser una leyenda.
Se descosía por la necesidad de un centrocampista más España, como le ocurrió en Londres. Fue cuando Unai Simón corrigió su grave error. La mane izquierda firme ante el disparo escorado de Rodrygo que se había marchado en bicicleta de Laporte. Veinte minutos de sufrimiento antes de la reacción.
Siempre con el liderazgo de Rodri, imprescindible en el juego, fue recuperando identidad la selección española y confianza con los disparos de Dani Olmo, Yamal y Nico. Sin precisión pero claves para que reculase el rival hasta un final trepidante. Con los dos equipos olvidando el motivo del partido con continuos piques.
España volvió a sentir el triunfo tras el paradón de Bento al disparo ajustado de Dani Olmo, con otro penalti discutible. La genialidad en el pase exterior de Yamal al desmarque al espacio de Carvajal, que chocó en su carrera con Beraldo. Rodri volvía a marcar.
Era el minuto 87, jugando en el Bernabéu. A España le faltó experiencia y picardía para matar el partido. El último impulso brasileño hizo volver a temblar los cimientos de un equipo inestable. Unai Simón salvaba con el pecho un mano a mano ante Paquetá y cuando el tiempo añadido se superaba, Carvajal derribó a Galeno en el penalti más claro de la noche que servía a Paquetá para firmar el empate de la frustración para España.