Porfirio Díaz es una figura polémica en la Historia de México. Aunque muchos le agradecen la modernización del país, otros no pueden evitar recordarlo como un represor. Pero a lo largo de su mandato, no estuvo solo en el poder.
A lo largo de sus años en la Presidencia, Porfirio Díaz estuvo acompañado no de una, sino dos Primeras Damas. Aunque ambas mujeres estuvieron al lado del exmandatario, lo hicieron de manera radicalmente distinta.
Delfina, la “primera” Primera Dama
Delfina Ortega Díaz era la sobrina de Porfirio Díaz; fue registrada como “hija de padres desconocidos” porque su padre se negó a reconocerla. Aunque Delfina y Porfirio convivieron de manera cercana toda su infancia, cuando ella tenía ocho años, su tío dejó el hogar familiar.
Diez años después se volvieron a cruzar sus caminos y la joven captó la atención de su tío. Ambos iniciaron un intercambio de cartas en el que ya se notaba cierto cariño.
En 1867, cuando pasaba por Oaxaca, el militar declaró abiertamente su amor por su sobrina. Semanas después, le pidió matrimonio en una carta. Pero aún había obstáculos para consumar su amor.
Díaz usó sus influencias para gestionar una dispensa matrimonial por consanguinidad. Además, Porfirio presionó al padre de Delfina, Manuel Antonio Ortega Reyes, para que finalmente reconociera a su hija.
Delfina en uno de los pocos retratos que se conservan de ella. (Foto: INAH)
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Después, Delfina salió de Oaxaca, pero los conflictos armados de la complicada situación política del país impidieron que llegará a Puebla, donde había acordado verse con Porfirio.
Luego de un accidentado recorrido, la pareja por fin se reunió cerca de la Ciudad de México. Aunque Delfina tuvo seis hijos con Díaz, solo dos llegaron a la edad adulta: Porfirio y Luz.
En 1876, Díaz lanzó el Plan de Tuxtepec contra Sebastián Lerdo de Tejada. Tuvo éxito y se convirtió en presidente en noviembre de ese año, con lo que Delfina se transformó en Primera Dama.
Deodato Lucas Porfirio Díaz Ortega, el cuarto hijo de Delfina con el exPresidente. (Foto: Wikicommons/Porfirio Díaz Raigosa)
La familia Díaz se trasladó a la capital para acompañar al nuevo presidente. Delfina nunca se acostumbró a la vida social de su nuevo estatus y vivió de manera discreta en el Palacio Nacional por tres años.
El amor de Delfina y Porfirio terminó abruptamente en 1880, cuando ella murió tras dar a luz a su sexta hija, quien tampoco sobrevivió. En sus últimos momentos de vida, Delfina le rogó a Porfirio que se casaran por la Iglesia Católica y él accedió, abandonando sus creencias masónicas con un escrito.
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Carmelita, la mujer del Porfiriato
El primer periodo presidencial de Díaz concluyó en 1880. Después ejerció brevemente como gobernador de Oaxaca, solo para regresar a la Presidencia cuatro años después, cargo que no abandonaría hasta 1911.
En 1881, Díaz se enamoró de la hija de uno de sus colaboradores, Carmen Romero Rubio. Con solo 18 años, la joven ya contaba con una educación refinada y le dio clases a Porfirio de inglés. El flechazo fue inmediato y para el 7 de noviembre de ese año, ya caminaban junto al altar, a pesar de que Díaz ya tenía 51 años.
Porfirio Díaz y Carmen Romero Rubio en París, Francia. (Foto: Wikicommons)
A diferencia de Delfina, Carmen tomó un papel más activo en el Porfiriato. Se convirtió en un símbolo del régimen y fundó la escuela Casa Amiga de la Obrera. Su fe católica contribuyó a limar asperezas entre la Iglesia y el nuevo gobierno.
Carmen se mantuvo al lado de Porfirio incluso cuando renunció al poder. Lo acompañó cuando salió al exilió en 1911 y vivieron juntos en Francia. Se habían habituado a su nueva vida hasta 1915, cuando el expresidente murió.
La exPrimera Dama regresó a México en 1934 y vivió una década más. Al morir, sus restos terminaron en el Panteón Francés de la Piedad, dentro de la cripta de su familia.
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