Pérdidas humanas, edificios derrumbados, miedo, pero sobre todo un espíritu solidario, todo eso nos dejó el sismo del pasado 19 de septiembre, que afectó a los estados de México, Puebla, Morelos y la Ciudad de México.
Ahora que ya pasó la etapa de emergencia y que la sociedad se concentra en la reconstrucción, expertos del Centro de Geociencias (CGeo) de la Universidad Nacional Autónoma de México realizaron un mapa que permite conocer dónde se ubican las principales fracturas que afectan la infraestructura de la capital.
Este proyecto, iniciado a finales de 2016, ha permitido identificar la vulnerabilidad del suelo en la CDMX y estimar la fragilidad social, ya que este problema afecta de manera diferente a la población, dependiendo de su nivel socioeconómico.
Dora Carreón Freyre, investigadora de la entidad universitaria y responsable académica del Centro de Evaluación de Riesgo Geológico (CERG) de Iztapalapa, ya había realizado un estudio de este tipo en la delegación, pero el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) y la UNAM la buscaron para ampliar el mapa de estas fracturas.
Carreón y su equipo encontraron que estas fracturas afectan a 15 de las 16 delegaciones, aunque las que presentan mayores problemas son Benito Juárez, Cuauhtémoc, Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco.
Al comparar los mapas con las zonas afectadas por los sismos de 1985 y 2017, nos damos cuenta que los edificios derruidos están en las zonas con más fracturas. Sobre el origen de éstas, la especialista explicó que existe una relación directa entre la aparición de las fracturas y las áreas de contraste entre la zonas del lago y los edificios volcánicos.
La universitaria señaló que es necesario mejorar la gestión del agua subterránea en las zonas urbanas, ya que es un factor que pone en evidencia las debilidades que ya existían en el suelo y que poco a poco, se hacen presentes en la superficie.
Dora Carreón resaltó que este tipo de fracturas no son aleatorias, por lo que se pueden ubicar en un mapa (cartografiar) y predecir hacia dónde se propagarán. Esto representa una gran ventaja pues, tomando en cuenta que la CDMX se hunde en un promedio de 20 a 30 centímetros al año, estos desplazamientos y riesgos pueden tomarse en cuenta para un plan de reconstrucción.
Fuente: UNAM