Ana y Bruno es la película más cara del cine mexicano, con un presupuesto de 5.2 millones de dólares. Sin embargo, ha provocado que familias se salgan de la sala y otros critiquen en redes la historia sobre la salud mental.
Para quienes sólo vean el póster o incluso conozcan el tráiler, podría parecer que la cinta es sólo una aventura entre una niña y seres fantásticos. Al llegar al cine y darse cuenta de que el relato tiene lugar en un hospital psiquiátrico, muchos padres de familia sintieron que habían sido “engañados” por la publicidad en las salas.
Por ello, la productora a cargo del filme, Lo Coloco Films, pidió a la distribuidora modificar la sinopsis oficial por una versión más clara sobre la trama.
“Ana es una curiosa niña que se hace amiga de los seres imaginarios de los pacientes de un hospital psiquiátrico, donde recientemente ha llegado junto con su madre. Con la ayuda de sus nuevos amigos intentará escapar de ahí para buscar a su padre y reunir nuevamente a su familia", dice el resumen actualizado.
La sinopsis también agrega: "Con un tono decididamente macabro, pero al mismo tiempo luminoso y fantástico, el primer largometraje de animación del director mexicano Carlos Carrera aborda temas como la locura, la imaginación y los lazos familiares”.
Ese tono macabro es precisamente el tema sobre el que gira la controversia, ya que algunos padres sienten que la clasificación A es demasiado permisiva para una película que lidia con temas como muerte, duelo, resignación y enfermedades mentales.
Además, rumbo al final de la cinta hay una revelación sobre la verdadera identidad de Ana, que le da un giro aún más oscuro a los “monstruos” en el hospital.
Sin embargo, siguiendo la clasificación de la Secretaría de Gobernación, las cintas clasificación A tienen una trama con “cierto grado de complejidad”, pero “no hay horror en el tratamiento de los temas”. De hecho, muchos aplauden que la historia trate temas difíciles con un enfoque adecuado para que los niños entiendan.
La productora aclaró que en un estudio psicológico y otro de mercado se determinó que la cinta era apta para todo público. Eso sí, reconoció que a algunos pequeños les ha asustado la historia.
Otra de las críticas hacia la cinta es la calidad y diseño de la animación. El rezago visual que hay entre los efectos visuales de Ana y Bruno y las películas animadas con las que compite en cartelera podría deberse a que la película mexicana tardó 10 años en completarse.
En festivales, Ana y Bruno arrasó. Ganó como Mejor Película en los Premios Quirino de la Animación Iberoamericana y fue elegida como cierre en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2018. Sin embargo, el público se ha quejado en redes de que la cinta está prácticamente “desaparecida” en la cartelera.
Mientras tanto, el director Carlos Carrera, a quien conocemos por su trabajo en El crimen del padre Amaro y la serie televisiva Capadocia, ha defendido su cinta animada a capa y espada. “Los niños no son tontos, también se dan cuenta de lo complejo de la realidad”, declaró en una entrevista.
Por lo pronto Ana y Bruno sigue en algunos cines del país, pero pronto arrancará su camino para estrenarse en salas de América Latina, Rusia, China y Medio Oriente.
Con información de Forbes, Daily Trend, Tomatazos y El País