No hay mejor símbolo de lujo y elegancia que los diamantes. Algo encantador e hipnotizante tienen estas piezas de joyería. Pero lo que muchos ignoramos es que estos preciados objetos están manchados de sangre y ocultan una terrible verdad detrás de su origen.
En ocasiones el oro y diamantes son extraídos en minas donde trabajan niños en condiciones insalubres y peligrosas. Numerosos infantes han resultado heridos o incluso han muerto por obtener las piedras de lujo que lucen en sus dedos las novias en todo el mundo.
Tampoco podemos dejar de mencionar las consecuencias ambientales de estas actividades mineras. Las comunidades alrededor de esta industria han sufrido problemas de salud debido a que sus suministros de agua han sido contaminados con productos químicos tóxicos como el mercurio.
La codicia y la violencia también aparecen cuando hay objetos tan valiosos en juego. Además de enfrentar problemas médicos y ver sus comunidades deteriorarse ambientalmente, las poblaciones cercanas a la industria minera son asediadas por grupos armados que buscan enriquecerse con esta actividad.
Estos problemas no son menores, ya que organizaciones civiles estiman que cada año, los consumidores compran casi $300.000 millones de dólares en joyas para ellos mismos o sus seres queridos.
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Incluso las propias compañías joyeras ignoran el origen de su mercancía. Es por ello que diversas organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han lanzado campañas para animar a estas empresas a verificar la procedencia de sus productos y colaborar para que se regulen las condiciones en las minas de donde se originan estas piezas.
Un ejemplo de estas campañas, en este caso dirigida directamente al público y difundida con motivo del Día de San Valentín, es #BehindTheBling (Detrás del Brillo).
A través de ésta, la organización Human Rights Watch difundió varios videos en redes sociales para invitar a los consumidores a informarse sobre las condiciones que están detrás de la producción del oro y diamantes, materiales principales de los anillos de compromiso.
Human Rights Watch también estima que “empresas de joyería no están haciendo lo suficiente para garantizar que sus suministros se hayan obtenido de manera responsable”. Esto se debe a que la mayoría confía en el Consejo de Joyería Responsable, una organización que agrupa más de mil empresas de esta industria.
El problema es que este órgano permite a las empresas certificarse como responsables aún sin respetar los derechos humanos. En parte el problema se debe a que los institutos de certificación se centran demasiado en las fuerzas rebeldes y los diamantes en bruto en lugar de regular la industria joyera en general.
Aunque Estados Unidos y la Unión Europea (UE) ya han adoptado leyes sobre el abastecimiento responsable de oro (así como estaño, tungsteno y tántalo), falta que más países sigan su ejemplo y que estas normas se apliquen en una gama más amplia de minerales.
Con información de Human Rights Watch y Nat Geo