Era el 30 de octubre de 1938 y un joven llamado Orson Welles causaba pánico en el mundo, la pesadilla se había hecho realidad, un ejército de alienígenas había invadido Estados Unidos.

A las ocho de la noche, el Estudio Uno de los estudios Columbia en Nueva York serían el escenario donde Welles iba a interpretar, acompañado de la compañía teatral Mercury, que el mismo dirigía, la novela del británico H.G. Wells “La Guerra de los Mundos”.

Desde hacía unos meses, CBS le había ofrecido a Welles, un experimentado productor de radio y teatro, que se quedara con un programa semanal basado en la dramatización de obras literarias. Ante un Estados Unidos de la post Depresión del 29, el también locutor pensaba que una adaptación de la obra de Wells contada con el realismo de una noticiario haría que el mundo volteara a verlo.

El día que Orson Welles engañó al mundo
El día que Orson Welles engañó al mundo

El actor y directos Orson Welles. Fotos: Courtesy of the Academy of Motion Pictures Arts and Sciences/ AP

Esa noche la obra fue presentada como una adaptación de “La Guerra de los Mundos”, pero muchos radioescuchas no sintonizaron la emisión o simplemente no prestaron atención suficiente a la introducción del programa.

En la narración, el programa comenzaba así:

“Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile para comunicarles una noticia de último minuto procedente de la agencia Intercontinental Radio. El profesor Farrel del Observatorio de Mount Jennings de Chicago reporta que se ha observado en el planeta Marte algunas explosiones que se dirigen a la Tierra con enorme rapidez... Continuaremos informando.”

Era la víspera de Halloween y tras el primer corte y para dar mayor velocidad a la noticia, Welles decía estar transmitiendo desde el Hotel Meridian Plaza para informar de que la invasión había tomado un zona rural de Jersey, y que eran seres provenientes del planeta Marte. El locutor hacía las interrupciones necesarias cada vez con mayor tono de alarmismo, se enlazaba con Carl Philips, un personaje de la novela, a Grovers Mill, en el estado de Nueva Jersey, donde supuestamente estaba sucediendo el aterrizaje:

“Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado... ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien... o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos... ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea...”

Esa noche la audiencia se calcula en 12 millones de personas, algunas esperaron en casa presa del pánico, otros abandonaron sus hogares y colapsaron las estaciones de policía; querían dejar el país, los números de emergencia estaban funcionando al por mayor. La gente estaba convencida de que una invasión estaba a punto de acabar con el mundo como lo conocían.

Hoy, sería impensable que la gente creyera en algo similar, pero para entonces la radio tenía un mayor grado de poder, pero sobre todo, la creíble narración de Welles, que había pedido adaptar la obra a la historia estadounidense unas semanas antes.

La Guerra de los Mundos” había logrado engañar a la gente, pero para Welles que tuvo que dar una conferencia de prensa al día siguiente para explicar que había pasado, significó el mayor trampolín de su carrera, gracias a ello se esforzó por trabajar en el Citizen Kane, considerada por muchos la mejor cinta de la historia.

La narración terminó con la propia muerte del personaje de Welles, a causa de los gases que emanaban los supuestos invasores de la tierra, aunque más que un desenlace representó el inicio de una leyenda.

Con información de e

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