Mike Tyson, a sus 58 años, está a punto de subir de nuevo al ring, donde se va a enfrentar al influencer Jake Paul este viernes en el AT&T Stadium, en una contienda que ha dividido opiniones.
De cara a su batalla, han estado saliendo a relucir varias anécdotas del excampeón mundial de peso pesado. Una de ellas involucra a México y una visita que hizo a Julio César Chávez.
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No todos saben que Mike Tyson tiene un libro en el que revela pasajes de su vida que pocos conocías llamado ‘Toda la verdad’. En él, cuenta cómo fue su primera impresión luego de conocer México en 1988, debido a que Julio César Chávez lo había invitado al bautismo de su hijo Julito.
“En octubre de 1988, Don (King) me llevó a Venezuela para asistir a la convención de la WBA. Luego fuimos a México para el bautismo del hijo de Julio Chávez. Aquel viaje me supuso toda una revelación.
"Un día fuimos de excursión a las pirámides y se me acercó un niño pidiendo limosna. Los guías que me acompañaban me dijeron: 'No, Mike, no le des dinero'. Pero ¿cómo no hacerlo? Unos pocos cientos de dólares no significaban nada para mí, pero eran todo un mundo para él. Así que le di el dinero y se mostró agradecidísimo. Yo pensaba: ‘Gua, qué buen chaval’, y al tocarle el cabello, noté que estaba duro como una roca. Daba la sensación de no habérselo lavado en años", señaló Iron Mike.
Tyson aseguró que pensó que no vería nada peor que eso. Sin embargo, cuando estuvo en Culiacán, la situación empeoró, al grado de que tuvo que vestir a un pequeño niño.
Jamás pensó que ese infante traería a más para que tuvieran la misma suerte que él. Al final, fueron casi 50 infantes los que estrenaron alguna prensa gracias al noble gesto del boxeador norteamericano.
"A continuación nos dirigimos a Culiacán, donde me encontré a más chicos mendigando. Le compré ropa a uno de ellos y, en un abrir y cerrar de ojos, trajo a tres amigos, a los que se sumaron veinte primos, todos ellos reclamándome ropa. Me gustó el gesto del chico, que no buscara sólo su provecho, sino que llamara a sus amigos y familiares. Cada vez que aparecían de nuevo, yo les compraba algo.
"Esos chavales nunca habían salido de Culiacán y yo los vestí y pasamos un rato juntos. Quién no se hubiera gastado dinero en ellos tenía garantizado el billete al infierno. Cuando llegó la hora de marcharme, estaba rodeado de 50 niños bien vestidos. Antes de visitar México, llevaba una pesada carga sobre los hombros. Jamás había conocido a nadie más pobre que yo. No podía imaginarme a nadie siendo más pobre de lo que yo había sido. La pobreza que vi ahí me dejó sin palabras. De hecho, aquella gente me dio rabia porque, al ser más pobre que yo, me impedía seguir sintiendo lástima de mí mismo", recordó Mike Tyson.