La noche del lunes 3 de mayo de 2021, la estructura de la estación Olivos, de la Línea 12 del Metro de la CDMX colapsó con todo y convoy. De la tragedia 25 personas murieron y más de 70 resultaron heridas.
Uno de los testigos y sobrevivientes es Miguel Ángel Córdova Córdova, un hombre en situación de calle que casi muere aplastado por la estructura, y quien después de dar su testimonio a Ruido en la Red, decenas de mexicanos lo buscaron para ayudarlo e incluso un empresario ofreció una recompensa para quien lo encontrara. Afortunadamente dieron con él y en De10.mx te contamos la historia de su vida.
Miguel Ángel Córdova Córdova nació en Olcuatitán, en el municipio de Nacajuca, Tabasco. Dejó su tierra natal a los 6 años de edad, por problemas personales con su papá, Anastasio, quien ya falleció. Su madre aún vive y tiene 9 hermanos, a quienes les manda “muchas bendiciones” si aún se acuerdan de él.
Actualmente tiene 36 años de edad y desde hace más de 10 años llegó a Tláhuac. Él resume su vida en una palabra: sobrevivir. Sus días se basan en juntar latas, botellas y cartones para vender.
Ángel o Angie, como prefieren que lo llamen, ha sido halagado por su manera tan correcta de expresarse en español, pero también habla la lengua maya, chontal, zoque, zapoteco y mazateco. Su abuela Angie, a quien él recuerda como una gran mujer y con mucho cariño, le enseñó a tejer hamacas desde los 2 años.
El hombre admite que ha sido feliz a pesar de todo lo que ha pasado. Cuando dejó Tabasco, estuvo en varios lugares, uno de ellos fue Salamanca, Guanajuato. Ahí trabajó en un asilo de ancianos en el área de lavandería, luego en la cocina y limpieza. Durante este tiempo estudió la primaria. En el hogar para ancianos había una biblioteca en el sótano, la cual él visitaba con regularidad. En ese lugar lleno de libros no solo aprendió a leer, también creó un gran amor por la lectura.
Foto: Youtube Ruido en la Red
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De ahí se fue a Tijuana. Ya con 16 años, trabajó por dos meses dándole de comer a los puercos. Le pagaban 10 pesos al día. Luego viajó a Monterrey, donde conoció a la cantante Ana Bárbara, quien le dio la niñez que nunca tuvo.
Tras dejar la Sultana del Norte, se trasladó a Nayarit, donde vendía pulseritas de caracoles y conchas. Le daban cinco o diez pesos y con eso comía o se bañaba. Cuando se “cansó” de ese sitio viajó a Veracruz. Miguel Ángel dejaba sus “hogares” cada vez que sentía miedo. Luego llegó a la Ciudad de México. Ahora a su edad, admite que su cuerpo ya se cansó y cada día al levantarse dice “que sea lo que Dios quiera”.
Miguel Ángel es feliz con tan solo cinco pesos
Ángel admite que no necesita mucho para ser feliz, incluso con cinco pesos en la bolsa él lo es, pues puede “hacer maravillas” con esa cantidad: un peso de tortillas; un peso de chilito; y si tiene suerte, una cocina económica le regala un poco de sal o un limón. Con los dos pesos que le sobran se compra un saborizante en polvo y con el agua de las gasolinerías se hace una agua de refresco.
Otras cosas que le hacen feliz es cantar. Su canción favorita es Con las alas rotas de Prisma, que le da fuerza para levantarse todos los días. Sin importar que no tenga “ni cincuenta centavos, si no pude vender mis botellas, si no pude comer nada… Siempre me voy con la idea para dormir que mañana será un gran día, mañana voy a vender y mañana voy a comer como rey”.
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Comer como rey para él es una “tortillita, su chilito, su salsita, si no hay frijoles, aunque sea nopales y arroz...un vasito de agua y la vida te inyecta energía”. Miguel Ángel Córdova Córdova quiere recordarles a todos que la vida es bella y hermosa, pero que no se olviden de los de más abajo pues la vida no cobra por ser amables con los que menos tienen.
No te pierdas la entrevista completa de Ruido en la Red a Miguel, porque sin duda las palabras de Angie te harán valorar la vida que tienes y replantearte el significado de la "felicidad":
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