El  es un estado fisiológico necesario para la vida, que se caracteriza por la interrupción temporal del movimiento, la capacidad sensorial y el estado de alerta.

Se distinguen dos etapas en el período de sueño, denominadas fase de sueño lento o NO REM, y fase de sueño rápido o REM (siglas que corresponden a su nombre en inglés: Rapid Eye Movements o movimientos oculares rápidos).

El sueño NO REM se divide, a su vez, en cuatro fases con características distintas.

  1. Fase I: Es la fase de sueño ligero en la que las personas todavía son capaces de percibir la mayoría de los estímulos (auditivos y táctiles). El sueño en fase I es poco o nada reparador. El tono muscular disminuye en comparación con el estado de vigilia, y aparecen movimientos oculares lentos.
  2. Fase II: En esta fase el sistema nervioso bloquea las vías de acceso de la información sensorial, lo que origina una desconexión del entorno y facilita, por tanto, la actividad de dormir. El sueño de fase II es parcialmente reparador, por lo que no es suficiente para que el descanso sea considerado completo.
  3. Fase III: Es un sueño más profundo, donde el bloqueo sensorial se intensifica. Si el individuo despierta durante esta fase, se siente confuso y desorientado. En esta fase no se sueña, se produce una disminución del 10 al 30 por ciento en la tensión arterial y en el ritmo respiratorio, y se incrementa la producción de la hormona del crecimiento. El tono muscular es aún más reducido que en la fase II, y tampoco hay movimientos oculares.
  4. Fase IV: Es la fase de mayor profundidad del sueño, en la que la actividad cerebral es más lenta al igual que la fase III, es esencial para la recuperación física y especialmente psíquica del organismo. En esta fase, el tono muscular está muy reducido. No es la fase típica de los sueños, pero en ocasiones pueden aparecer, en forma de imágenes, luces, figuras... sin una línea argumental. Es importante señalar que en esta fase es en la que se manifiestan alteraciones como el sonambulismo o los terrores nocturnos.

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Asimismo, la Fase REM se denomina también sueño paradójico, debido al contraste que supone la atonía muscular (relajación total) típica del sueño profundo, y la activación del sistema nervioso central (signo de vigilia y estado de alerta).

Hablaré principalmente de la parálisis del sueño (conocida popularmente con la expresión “se me subió el muerto”) la cual es un trastorno del sueño sorprendentemente común que se produce durante la transición entre el sueño y la vigilia, ya sea en los momentos previos a conciliar el sueño o al momento de despertar. Quien la sufre, despierta bruscamente teniendo plena consciencia de sus pensamientos pero manteniéndose paralizado físicamente, aunque puede abrir los ojos, no es capaz de emitir sonido ni mover músculo alguno, lo cual le genera una considerable sensación de angustia y de temor. La persona suele padecer alucinaciones auditivas y visuales que, generalmente, coinciden en una intensa sensación de presencia y de movimiento en torno a su cuerpo indolente. Este trastorno se debe a una intrusión anormal de un estado de REM durante un estado de vigilia: literalmente estás despierto, pero parte de tu cerebro sigue sumido en el sueño.

Lo que se puede hacer durante esta parálisis es primero detectar los síntomas antes mencionados, después concentrarse en el movimiento del cuerpo, ya que los dedos de manos y pies sí se pueden mover y esto obligará a despertar completamente, mover con rapidez los ojos ya que éstos tampoco se verán afectados, y concentrarse en la respiración, ya que la respiración controlada es una técnica relajante.

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Algunas formas de tratamiento recomendadas es dormir con regularidad. Se cree que la parálisis del sueño se produce cuando la persona entra en el estado (REM) antes de tiempo. Como es más probable que esto ocurra cuando una persona no duerme lo suficiente, dormir de lado, aproximadamente un 60% de los episodios de parálisis de sueño se producen cuando la persona duerme sobre su espalda, haz ejercicio con regularidad, come saludablemente y relájate, el estrés interrumpe los ciclos normales de sueño y puede contribuir, en gran medida, a la parálisis del sueño.

Psic. Grecia Rivera

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