Por: Psic. Bernardo Lanzagorta

Todos aprendemos a relacionarnos de una manera ambivalente con otras personas, es decir, nos relacionamos tanto con las partes buenas como con las partes malas de éstas y, al final, nos damos cuenta de que todos tenemos algo de ambas; las partes malas nos enojan y nos atemorizan mientras que las partes buenas nos agradan y nos atraen.

Es fácil verlo si pensamos en nuestra niñez temprana. Nuestra madre nos parece la persona ideal porque nos alimenta, nos cuida y nos consuela; en ese momento la amamos profundamente y pensamos que es lo mejor que puede existir. Pero cuando nos hace esperar por comida, nos deja llorar, nos regaña o se va por un momento, sentimos un enojo enorme hacia ella; se convierte en la peor madre que pudiera existir.

Estos sentimientos son muy extremos y, por eso, actuamos también de manera muy extrema en la infancia: nos enojamos mucho con ella cuando no hace lo que queremos y hacemos berrinches, le decimos que la odiamos y la tratamos mal porque estamos muy enojados con ella pero, inmediatamente, nos sentimos culpables y comenzamos a consentirla y procurarla, ya que nos da mucho miedo perderla, que nos deje de querer o que nos abandone.

Lo mismo ocurre si pensamos que siempre tenemos que complacer y consentir a nuestra maravillosa madre porque si no, no va a querer estar con nosotros; y esto termina por causar un gran enojo y frustración.

Con el paso del tiempo nos vamos dando cuenta de que ambos sentimientos los podemos percibir de forma más controlada por una misma persona y que, realmente, no pasa nada porque todos esos temores no se van a materializar.

Cómo reconocer si tienes una relación de amor-odio con tu pareja
Cómo reconocer si tienes una relación de amor-odio con tu pareja

(Foto: iStock)

Aquí comienzan las relaciones de una forma más madura; aquellas en las que cuando nos enojamos podemos expresarlo sin tomar represalias por las cuales después nos podemos sentir mal; relaciones en las que nuestra autoestima es mayor y ya no pensamos que el otro nos va a dejar simplemente porque es mejor que nosotros. Asimismo, en las relaciones maduras también existen sentimientos encontrados con respecto a nuestra pareja. A veces nos sentimos felices y otras veces enojados con ella, pero siempre mantendremos un nivel de plenitud y seguridad dentro de la relación; sin miedo a que nos agredan sin una razón válida y sin desear perjudicar al otro.

Pero, por otro lado, existen también las relaciones de amor-odio entre parejas en las que el grado de felicidad y enojo son más extremos. Este tipo de relaciones se reconocen porque tienen mucho que ver con estas relaciones infantiles que ya mencionamos; relaciones en las cuales el miedo a perder a la persona así como el enojo por cualquier frustración, adoptan un papel principal en la dinámica de pareja. Se trata de relaciones que no son maduras y se caracterizan por reacciones muy extremas y aparentemente contradictorias. Las agresiones tanto verbales como físicas son muy fuertes, y vienen seguidas de demostraciones de cariño que rebasan cualquier lógica. Un ejemplo claro de ello puede ser la pareja que agrede al otro en una escena de celos y después le hace un regalo desproporcionado, aunque haya tenido que endeudarse para comprarlo, pidiéndole además perdón de rodillas, si es necesario.

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Son personas que viven aterrorizadas por el abandono y cualquier sospecha de falta de atención la viven como un terrible golpe. Aman a su pareja cuando la sienten 100% junto a ellos; no obstante, es un sentimiento fugaz y después la odian porque sienten que van a perderla en cualquier momento. En este momento de odio son capaces de hacer cualquier cosa por lastimar al otro, ya que, desde su punto de vista, se lo merecen; y, después de hacerlo, el ciclo se vuelve a repetir.

En estas parejas los sentimientos principales dentro de la relación son de inseguridad, el miedo y el enojo; y, en general, una sensación de sentirse atrapados dentro de la pareja.

Asimismo, las personas involucradas en este tipo de relaciones suelen necesitar estar, en todo momento, con su pareja o, en su defecto, saber siempre en dónde se encuentra el otro; en este sentido, los celos y la inseguridad son rasgos comunes en este tipo de relaciones. Son personas que están a merced de un constante desgaste y corren el riesgo de que las reacciones agresivas vayan en escalada, pudiendo terminar en complicaciones relacionadas con la seguridad, integridad o la propia salud de las personas.

Cómo reconocer si tienes una relación de amor-odio con tu pareja
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(Foto: iStock)

Igualmente, el panorama emocional resulta igual de complicado. Se trata de ambientes en los que aumentan todo tipo de factores relacionados con trastornos de ansiedad y de estado de ánimo. Lo usual es que las personas cercanas, provenientes de diferentes círculos, les hagan saber repetidamente que están preocupados tanto por su salud como por la situación de pareja que observan, por lo que el primer paso a dar es, precisamente, saber escuchar a estas personas.

Adicionalmente, es importante buscar apoyo profesional de algún tipo, ya que no son problemáticas sencillas de solucionar y su radio de afectación puede ser muy amplio y puede no limitarse únicamente a la pareja. Hay que buscar espacios en los que puedan sentirse seguros y poder así comenzar a entender sus sentimientos, para aprender formas más sanas de relacionarse con los demás y especialmente con su pareja.

Psic. Bernardo Lanzagorta

Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM).

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